TRAYECTORIA DE SU PARTICIPACIÓN
El pueblo de Apata discutía sus problemas locales en la Municipalidad cuando recibió la noticia de la declaración de la guerra, siendo de los primeros en remitir de inmediato una erogación espontánea de trescientos pesos –entonces apreciable suma- para la defensa nacional. Envió sin dilación un batallón con nombre propio a los campos de San Juan y Miraflores, y en Julio de 1882 Apata y Quichuay fueron los únicos del Valle del Mantaro que concurrieron a Concepción, cumpliendo decisivo papel en el asalto al Cuartel chileno acantonado en esa ciudad. En Huamachuco se encontró el 83 luchando codo a codo, con los Batallones de Jauja, Concepción y San Jerónimo(1)
De esa manera sintetiza un notable estudioso de nuestra historia regional la destacada trayectoria patriótica que aportó el pueblo de Apata a la defensa del suelo peruano en el curso de la infausta contienda con el país del Sur, mérito que el General Andrés A. Cáceres reconociera cuando encontrándose al frente de la Presidencia de la Republica en 1888, otorgó significativos ascensos militares a los excombatientes apatinos(2).
Y como lo acredita el Héroe la participación apatina se dejó sentir a todo lo largo de la guerra, teniendo sus principales expresiones en los hechos que a continuación se refieren:
En Junio de 1879, la comunidad amplio su ya referida y espontánea contribución del primer momento, suscribiendo unánimemente Los Bonos del Empréstito Nacional para la Defensa dispuesto por ley del 20 de Mayo de ese año.(3)
Sus hijos incorporados a diferentes batallones, tomaron parte en la Campaña del Sur y en las acciones de San Juan y Miraflores(4). Y, particularmente fue relevante su participación en la Campaña de la Breña, por lo que trataremos acerca de ella en forma más detenida.
De esa manera sintetiza un notable estudioso de nuestra historia regional la destacada trayectoria patriótica que aportó el pueblo de Apata a la defensa del suelo peruano en el curso de la infausta contienda con el país del Sur, mérito que el General Andrés A. Cáceres reconociera cuando encontrándose al frente de la Presidencia de la Republica en 1888, otorgó significativos ascensos militares a los excombatientes apatinos(2).
Y como lo acredita el Héroe la participación apatina se dejó sentir a todo lo largo de la guerra, teniendo sus principales expresiones en los hechos que a continuación se refieren:
En Junio de 1879, la comunidad amplio su ya referida y espontánea contribución del primer momento, suscribiendo unánimemente Los Bonos del Empréstito Nacional para la Defensa dispuesto por ley del 20 de Mayo de ese año.(3)
Sus hijos incorporados a diferentes batallones, tomaron parte en la Campaña del Sur y en las acciones de San Juan y Miraflores(4). Y, particularmente fue relevante su participación en la Campaña de la Breña, por lo que trataremos acerca de ella en forma más detenida.
LA CAMPAÑA DE LA BREÑA: ¡CONCEPCIÓN!
Recordemos que, declarada la guerra a nuestro país el 5 de Abril de 1879, las primeras acciones bélicas se cumplieron en el mar con resultado adverso para el Perú que vio perdido su poder naval en los combates de Iquique y Angamos.
Esta ventaja permitió al ejército enemigo imponer su dominio en el Sur anotándose sucesivamente a su favor, con la sola alternativa del revés que sufriera en Tarapacá, las victorias de Pisagua, San Francisco, Los Ángeles, El Alto de la Alianza y Arica, que le abrieron la ruta para la ocupación de Lima, que se efectivizaría el 17 de Enero de 1881 como inmediata consecuencia de los desastres de San Juan y Miraflores.
La situación impuesta por la realidad obligó al Dictador Piérola a trasladarse a la ciudad de Jauja, donde permaneció tres meses. Allí, antes de proseguir a Ayacucho, fijada como su próxima sede de gobierno, designó al General Andrés A. Cáceres, que acababa de llegar de Lima, como Jefe Superior Político y Militar de los Departamentos del Centro.
Cáceres que no disponía de fuerza militar alguna para acometer la empresa que se había propuesto de reivindicar la suerte de la Nación, empezó a organizar un nuevo ejército sobre la base de 16 soldados y algunos oficiales ex-combatientes de San Juan y Miraflores que fueron licenciados después de tales acciones. Encontró entre éstos al Teniente Manuel García, de Apata, que había actuado a sus órdenes en Tarapacá y en la Campaña de Lima, a quien ascendió a la clase de Capitán(5).
Como resultado de intensos esfuerzos pudo disponer, luego de dos meses, de un bien constituido ejército de cien hombres con el que hizo frente positivo a las facciones enemigas que ya incursionaban en la zona, obligándolas a retirarse. Este primer éxito le dio el aliento necesario para continuar sus patrióticos afanes con mayores bríos, haciéndose acreedor al respaldo general que le brindó la región cuando con multiplicadas fuerzas marchó en pos de reconquista de la Capital. Infortunadamente, la epidemia de tifus que diezmó sus filas y los acontecimientos políticos internos frustraron sus planes, ya que tuvo que emprender la retirada e internarse a Ayacucho ante la presión del enemigo que se posesionó del Valle del Mantaro, instalando su cuartel general en Huancayo, con destacamentos en Jauja, Concepción, Pucará y Marcavalle. Ocurrían tales hechos en Febrero de 1882.
Tan ingrata realidad trajo días sombríos para los pueblos de la región, los que sin embargo no impidieron que por todas partes surgieran decididas actitudes patrióticas que desconcertaban a los enemigos, como la asumida por el pueblo de Apata que, encabezado por su Gobernador Andrés Avelino Ponce, se negó resueltamente a satisfacer la exigencia de los cupos impuestos por aquellos, haciéndose acreedor a las represalias consiguientes.
El General Cáceres, por su parte, no había descansado. Transcurridos tres meses desde su arribo a Ayacucho, disponía otra vez de nuevos batallones, al frente de los cuales partió en los primeros días de Junio en plan de ataque a las posiciones que ocupaban aquellos en el Valle, acción que estaba prevista para el 9 de Julio.
Destacó para el efecto con anticipación, desde Izcuchaca, dos divisiones: una al mando del Coronel Tafur, por el lado Oeste, que llevaba el encargo de destruir el puente sobre el río Mantaro ubicado en La Oroya; y otra, que tenía por jefe al Coronel Juan Gastó, se dirigió por la banda oriental con la misión de concentrar a los guerrilleros de Comas y Apata, y caer en la fecha fijada sobre el cuartel chileno posesionado en Concepción. Cáceres, con el grueso de sus tropas, embestiría el mismo día frontalmente contra las guarniciones de Marcavalle, Pucará y Huancayo.
Encargado de organizar las fuerzas guerrilleras en Apata era el Gobernador don Andrés Avelino Ponce, quien, contando con la decidida colaboración del Párroco Dr. José Dianderas, que le hiciera entrega de una importante suma de dinero y diez carabinas “Winchester”, agregada a la oportuna asistencia militar del Capitán Manuel García – destacado por Cáceres- pudo muy pronto alistar un compacto cuerpo guerrillero(6).
Llegado el momento, en la tarde del 8 de Julio de 1882 el Gobernador Ponce Palacios asumió el comando del batallón que contaba en sus filas, además del aludido jefe militar, a los siguientes valerosos ciudadanos: Vidal Acevedo, Emilio Barreto, Cipriano Camacachi, Juan Cotera, Antonio Cuadrado, Víctor Cuenca, Juan de Dios Tueros, Juan de la Mata Sanabria, Juan Gave, Lino Huamán, Florentino Izquierdo, Mariano Jesús, Donato Labado, José T. Martínez, Manuel Mercado, Alejandro Palacios, Estanislao Pariona, Francisco Ponce, Justo Ponce, Gabriel Nicanor Ponce, José Quintanilla, Lucas Tenicela, Gerónimo Véliz y otros cuyos nombres sensiblemente no han sido registrados(7).
El grupo enrumbó hacia el pueblo de Chicche, encontrándose allí con el destacamento a órdenes de Gastó y con el contingente comasino dirigido por Jerónimo Huaylinos. En la misma tarde presidió Gastó una Junta de Guerra en el citado lugar, que contó con la asistencia de los jefes guerrilleros, en la cual se aprobó el plan operativo del combate a trabarse al día siguiente(8).
El día 9, muy de madrugada, se encaminaron los patriotas a Santa Rosa de Ocopa, continuando hasta Lastay, donde el Consejo de Guerra presidido por el Coronel Juan Gastó adoptó las providencias convenientes para el ataque de la guarnición chilena constituida por la Segunda Compañía del Batallón “Chacabuco” que disponía de 76 efectivos bajo el comando del Capitán Ignacio Carrera Pinto. El cuadro de combate para el ataque se presentaba así:
Esta ventaja permitió al ejército enemigo imponer su dominio en el Sur anotándose sucesivamente a su favor, con la sola alternativa del revés que sufriera en Tarapacá, las victorias de Pisagua, San Francisco, Los Ángeles, El Alto de la Alianza y Arica, que le abrieron la ruta para la ocupación de Lima, que se efectivizaría el 17 de Enero de 1881 como inmediata consecuencia de los desastres de San Juan y Miraflores.
La situación impuesta por la realidad obligó al Dictador Piérola a trasladarse a la ciudad de Jauja, donde permaneció tres meses. Allí, antes de proseguir a Ayacucho, fijada como su próxima sede de gobierno, designó al General Andrés A. Cáceres, que acababa de llegar de Lima, como Jefe Superior Político y Militar de los Departamentos del Centro.
Cáceres que no disponía de fuerza militar alguna para acometer la empresa que se había propuesto de reivindicar la suerte de la Nación, empezó a organizar un nuevo ejército sobre la base de 16 soldados y algunos oficiales ex-combatientes de San Juan y Miraflores que fueron licenciados después de tales acciones. Encontró entre éstos al Teniente Manuel García, de Apata, que había actuado a sus órdenes en Tarapacá y en la Campaña de Lima, a quien ascendió a la clase de Capitán(5).
Como resultado de intensos esfuerzos pudo disponer, luego de dos meses, de un bien constituido ejército de cien hombres con el que hizo frente positivo a las facciones enemigas que ya incursionaban en la zona, obligándolas a retirarse. Este primer éxito le dio el aliento necesario para continuar sus patrióticos afanes con mayores bríos, haciéndose acreedor al respaldo general que le brindó la región cuando con multiplicadas fuerzas marchó en pos de reconquista de la Capital. Infortunadamente, la epidemia de tifus que diezmó sus filas y los acontecimientos políticos internos frustraron sus planes, ya que tuvo que emprender la retirada e internarse a Ayacucho ante la presión del enemigo que se posesionó del Valle del Mantaro, instalando su cuartel general en Huancayo, con destacamentos en Jauja, Concepción, Pucará y Marcavalle. Ocurrían tales hechos en Febrero de 1882.
Tan ingrata realidad trajo días sombríos para los pueblos de la región, los que sin embargo no impidieron que por todas partes surgieran decididas actitudes patrióticas que desconcertaban a los enemigos, como la asumida por el pueblo de Apata que, encabezado por su Gobernador Andrés Avelino Ponce, se negó resueltamente a satisfacer la exigencia de los cupos impuestos por aquellos, haciéndose acreedor a las represalias consiguientes.
El General Cáceres, por su parte, no había descansado. Transcurridos tres meses desde su arribo a Ayacucho, disponía otra vez de nuevos batallones, al frente de los cuales partió en los primeros días de Junio en plan de ataque a las posiciones que ocupaban aquellos en el Valle, acción que estaba prevista para el 9 de Julio.
Destacó para el efecto con anticipación, desde Izcuchaca, dos divisiones: una al mando del Coronel Tafur, por el lado Oeste, que llevaba el encargo de destruir el puente sobre el río Mantaro ubicado en La Oroya; y otra, que tenía por jefe al Coronel Juan Gastó, se dirigió por la banda oriental con la misión de concentrar a los guerrilleros de Comas y Apata, y caer en la fecha fijada sobre el cuartel chileno posesionado en Concepción. Cáceres, con el grueso de sus tropas, embestiría el mismo día frontalmente contra las guarniciones de Marcavalle, Pucará y Huancayo.
Encargado de organizar las fuerzas guerrilleras en Apata era el Gobernador don Andrés Avelino Ponce, quien, contando con la decidida colaboración del Párroco Dr. José Dianderas, que le hiciera entrega de una importante suma de dinero y diez carabinas “Winchester”, agregada a la oportuna asistencia militar del Capitán Manuel García – destacado por Cáceres- pudo muy pronto alistar un compacto cuerpo guerrillero(6).
Llegado el momento, en la tarde del 8 de Julio de 1882 el Gobernador Ponce Palacios asumió el comando del batallón que contaba en sus filas, además del aludido jefe militar, a los siguientes valerosos ciudadanos: Vidal Acevedo, Emilio Barreto, Cipriano Camacachi, Juan Cotera, Antonio Cuadrado, Víctor Cuenca, Juan de Dios Tueros, Juan de la Mata Sanabria, Juan Gave, Lino Huamán, Florentino Izquierdo, Mariano Jesús, Donato Labado, José T. Martínez, Manuel Mercado, Alejandro Palacios, Estanislao Pariona, Francisco Ponce, Justo Ponce, Gabriel Nicanor Ponce, José Quintanilla, Lucas Tenicela, Gerónimo Véliz y otros cuyos nombres sensiblemente no han sido registrados(7).
El grupo enrumbó hacia el pueblo de Chicche, encontrándose allí con el destacamento a órdenes de Gastó y con el contingente comasino dirigido por Jerónimo Huaylinos. En la misma tarde presidió Gastó una Junta de Guerra en el citado lugar, que contó con la asistencia de los jefes guerrilleros, en la cual se aprobó el plan operativo del combate a trabarse al día siguiente(8).
El día 9, muy de madrugada, se encaminaron los patriotas a Santa Rosa de Ocopa, continuando hasta Lastay, donde el Consejo de Guerra presidido por el Coronel Juan Gastó adoptó las providencias convenientes para el ataque de la guarnición chilena constituida por la Segunda Compañía del Batallón “Chacabuco” que disponía de 76 efectivos bajo el comando del Capitán Ignacio Carrera Pinto. El cuadro de combate para el ataque se presentaba así:
a) 32 guerrilleros de Apata comandados por: el Gobernador Andrés Avelino Ponce Palacios, el Párroco Dr. José Dianderas; y el Capitán Manuel García.
b) Los guerrilleros de Comas, bajo el mando de Gerónimo Huaylinos, José Manuel Mercado; y Manuel Concepción Arroyo.
c) 50 soldados de la Columna Libres de Ayacucho y Batalladores de Pucará y América, comandados por el Coronel Juan Gastó; y finalmente,
d) Los guerrilleros de Concepción, cuyo comando contaba con los siguientes jefes:
Coronel Miguel Patiño Castillo
Mayor Rufino Patiño Hurtado
Capitán Arcadio Minaya; y
Capitán Mariano Villasanto.
Eran las 2.30 de la tarde del indicado día y ya la feria dominical empezaba a despejarse, cuando las fuerzas coaligadas de las que formaban parte los cuerpos organizados en Quichuay por don Ambrosio Salazar Márquez y, en el propio lugar de los hechos por el Coronel Miguel Patiño Castillo y otros jefes, iniciaron su atrevido avance. Advertido el movimiento por el jefe chileno, envió éste a Huancayo una comisión en solicitud de apoyo –comisión que nunca llegó a su destino porque una guardia guerrillera apostada en las afueras de la ciudad dio pronta cuenta de sus integrantes- y dispuso la rápida movilización de su tropa que, dividida en piquetes, se desplazó hacia las bocacalles de la plaza con la intención de detener a los atacantes que ingresaban por sus cuatro accesos. Pero era tarde, pues, la “imperiosa arremetida de los apatinos por la calle Real” y de los comasinos por otro de los ángulos, reforzada con el ingreso de la tropa del Coronel Gastó, obligaron a los sorprendidos ocupantes a replegarse en su cuartel y sostener duro y prolongado combate con los guerrilleros que crecientemente iban ganado terreno, hasta que desesperados por la ausencia del apoyo que en vano aguardaban, apelaron al pérfido recurso de izar banderas blancas, fingiendo rendición, para luego sorprender son vileza a los burlados parlamentarios patriotas(9).
La refriega continuó, durante toda la noche con ventaja cada vez más acentuada para los peruanos y terminó con la rendición efectiva de los chilenos a las 8:30 de la mañana del día 10, habiendo inmolado su vida en ella el jefe apatino don Andrés Avelino Ponce en circunstancias en que, en temeraria actitud, forcejeaba para arrebatar el arma a un enemigo, sucumbiendo con él los combatientes Juan de la Mata Sanabria y Cipriano Camacachi que lo acompañaban. Este último cayó fulminado por una bala contraria cuando encaramado sobre el techo del cuartel chileno rociaba kerosene y prendía el fuego causante del incendio que decidiría la rendición de sus precarios defensores.
Producida ésta, el Consejo de Guerra de los patriotas decidió el inmediato fusilamiento de los sobrevivientes. Sólo dejó de correr tal suerte un soldado adolescente, casi un niño – de apellido Arenaza- cuya tierna expresión conmovió al Capitán Manuel García, quien interpuso su mediación en favor del prisionero, conduciéndolo luego a la grupa de su caballo a Apata, donde vivió por algún tiempo al amparo de sus protector, e incluso contrajo matrimonio, dejando descendencia peruana antes de retornar a su patria a edad madura(10).
La refriega continuó, durante toda la noche con ventaja cada vez más acentuada para los peruanos y terminó con la rendición efectiva de los chilenos a las 8:30 de la mañana del día 10, habiendo inmolado su vida en ella el jefe apatino don Andrés Avelino Ponce en circunstancias en que, en temeraria actitud, forcejeaba para arrebatar el arma a un enemigo, sucumbiendo con él los combatientes Juan de la Mata Sanabria y Cipriano Camacachi que lo acompañaban. Este último cayó fulminado por una bala contraria cuando encaramado sobre el techo del cuartel chileno rociaba kerosene y prendía el fuego causante del incendio que decidiría la rendición de sus precarios defensores.
Producida ésta, el Consejo de Guerra de los patriotas decidió el inmediato fusilamiento de los sobrevivientes. Sólo dejó de correr tal suerte un soldado adolescente, casi un niño – de apellido Arenaza- cuya tierna expresión conmovió al Capitán Manuel García, quien interpuso su mediación en favor del prisionero, conduciéndolo luego a la grupa de su caballo a Apata, donde vivió por algún tiempo al amparo de sus protector, e incluso contrajo matrimonio, dejando descendencia peruana antes de retornar a su patria a edad madura(10).
EN LAS POSTRIMERÍAS.
Después de la victoriosa jornada de Concepción, el ejército chileno acuartelado en Huancayo, que había sufrido asimismo el contundente golpe que le asestara Cáceres en Marcavalle y Pucará, decidió abandonar la región y el día 10 enrumbó a Jauja, cometiendo en su trayecto todo género de iniquidades que se acentuaron al arribar a Concepción y constatar la suerte que había corrido el batallón “Chacabuco”. Incendiaron la ciudad y fusilaron a cuantos encontraron, no sin antes haber saqueado los establecimientos. No se libraron de sufrir estas consecuencias los pueblos por los que atravesaron, optando finalmente por retornar a Lima.
Cáceres que los perseguía, ingresó a Apata el día 13, donde obtuvo amplia información de los guerrilleros sobrevivientes sobre lo acaecido en Concepción, redactando en esa misma fecha el parte correspondiente que elevó a la superioridad(11).
Meses más tarde, acogiendo el nuevo llamado que hizo desde Tarma el vencedor de Tarapacá, el pueblo de Apata acudió con un batallón de 240 hombres que lo representó en la prolongada campaña que siguió y que culminaría el 10 de Julio de 1883 en Huamachuco con desfavorable resultado para los empeños peruanos.
Finalizada la guerra con el Tratado de Ancón, Cáceres censuró la actitud del Presidente Iglesias, firmante de dicho convenio, y, contando siempre con la adhesión de los guerrilleros apatinos, mantuvo su rebeldía que habría de conducirle al Poder Supremo.
Cáceres que los perseguía, ingresó a Apata el día 13, donde obtuvo amplia información de los guerrilleros sobrevivientes sobre lo acaecido en Concepción, redactando en esa misma fecha el parte correspondiente que elevó a la superioridad(11).
Meses más tarde, acogiendo el nuevo llamado que hizo desde Tarma el vencedor de Tarapacá, el pueblo de Apata acudió con un batallón de 240 hombres que lo representó en la prolongada campaña que siguió y que culminaría el 10 de Julio de 1883 en Huamachuco con desfavorable resultado para los empeños peruanos.
Finalizada la guerra con el Tratado de Ancón, Cáceres censuró la actitud del Presidente Iglesias, firmante de dicho convenio, y, contando siempre con la adhesión de los guerrilleros apatinos, mantuvo su rebeldía que habría de conducirle al Poder Supremo.
LOS PERSONAJES DE LA GUERRA
ANDRÉS A. CÁCERES
Nació en Ayacucho en 1833, siendo sus padres don Domingo Cáceres y doña Justa Dorregaray.
En 1854 ingresó en el ejército participando a favor de Castilla en Ayacucho, en la revolución contra Echenique.
Intervino también en el sitio de Arequipa contra Vivanco en Enero de 1855, ascendiendo a Capitán, en cuyo episodio resultó herido de un ojo.
Tomó parte en el conflicto con el Ecuador que se produjo ésa época, y fue nombrado adjunto militar de la Delegación Peruana en París, ascendiendo a su retorno a Sargento Mayor del Batallón “Pichincha”.
Obtuvo el grado de Teniente Coronel durante el período de Manuel Prado y fue Segundo Jefe del Batallón Zepita, destacándosele más tarde a Chanchamayo con la clase de Coronel. Poco después fue nombrado Prefecto del Cusco.
Las acciones en las que su nombre destaca por sobre muchos otros, son las que reseñan su participación en la Guerra del Pacifico, donde destinado a la Segunda División del ejército, intervino en las batallas de San Francisco y Tarapacá, destacándose como excelente estratega. Combatió así mismo en El Alto de la Alianza, al igual que en San Juan y Miraflores.
Nombrado por Piérola Jefe Político y Militar del Centro, desplegó una intensa acción de fustigamiento contra las fuerzas de ocupación, a las que derrotó en Marcavalle, Pucará y Concepción. Fue vencido en Huamachuco, pero burló la persecución enemiga y continuó ofreciendo tenaz resistencia a los invasores mientras éstos se mantuvieron dentro del territorio.
Enemigo declarado de Iglesias, se rebeló contra éste derrocándolo luego de un primer frustrado intento. Asumió la Presidencia de la República en dos oportunidades(12).
En 1854 ingresó en el ejército participando a favor de Castilla en Ayacucho, en la revolución contra Echenique.
Intervino también en el sitio de Arequipa contra Vivanco en Enero de 1855, ascendiendo a Capitán, en cuyo episodio resultó herido de un ojo.
Tomó parte en el conflicto con el Ecuador que se produjo ésa época, y fue nombrado adjunto militar de la Delegación Peruana en París, ascendiendo a su retorno a Sargento Mayor del Batallón “Pichincha”.
Obtuvo el grado de Teniente Coronel durante el período de Manuel Prado y fue Segundo Jefe del Batallón Zepita, destacándosele más tarde a Chanchamayo con la clase de Coronel. Poco después fue nombrado Prefecto del Cusco.
Las acciones en las que su nombre destaca por sobre muchos otros, son las que reseñan su participación en la Guerra del Pacifico, donde destinado a la Segunda División del ejército, intervino en las batallas de San Francisco y Tarapacá, destacándose como excelente estratega. Combatió así mismo en El Alto de la Alianza, al igual que en San Juan y Miraflores.
Nombrado por Piérola Jefe Político y Militar del Centro, desplegó una intensa acción de fustigamiento contra las fuerzas de ocupación, a las que derrotó en Marcavalle, Pucará y Concepción. Fue vencido en Huamachuco, pero burló la persecución enemiga y continuó ofreciendo tenaz resistencia a los invasores mientras éstos se mantuvieron dentro del territorio.
Enemigo declarado de Iglesias, se rebeló contra éste derrocándolo luego de un primer frustrado intento. Asumió la Presidencia de la República en dos oportunidades(12).
ANDRÉS AVELINO PONCE
Héroe de la acción de armas del 9 de Julio de 1882, nació en San Lorenzo y muy pronto fue trasladado a Apata, donde pasó su niñez y asentó permanente residencia. Formó allí hogar con doña Bibiana Martínez, con quien tuvo a sus hijos Simón, Saturno, Reinaldo y Antonio, llegando a ser uno de los más notables comerciantes de la localidad, donde ejerció cargos públicos y acciones a favor de su progreso, siendo querido y respetado. Cuando el ejército invasor se posesionó del Valle del Mantaro en Febrero de 1882, Ponce Palacios desempeñaba el cargo de Gobernador en el lugar y en tal condición se le exigió la entrega de elevados cupos que se había fijado a la ciudadanía del Distrito y que él se negó a satisfacer. Tal hecho motivó que el jefe chileno de la circunscripción ordenara su fusilamiento, cuya disposición no pudo se cumplida por haber burlado aquél la persecución. En represalia, fue incendiado su establecimiento y saqueada la población que sufrió los rigores del incendio, originando este hecho el fallecimiento de su esposa.
Algún tiempo después contrajo nuevas nupcias con doña Jacoba Martínez Flores, procreando a su último hijo, Jesús.
Llamado por el General Cáceres para participar en las acciones de la resistencia, se integró a la lucha organizando el batallón guerrillero que concurrió al asalto del cuartel chileno instalado en Concepción, en el cual se comportó valerosamente, recibiendo una mortal herida de bala que le quitó la vida. Se le enterró con honores al día siguiente en Apata(13) y hoy reposan sus restos en el cementerio de Ocopa.
Algún tiempo después contrajo nuevas nupcias con doña Jacoba Martínez Flores, procreando a su último hijo, Jesús.
Llamado por el General Cáceres para participar en las acciones de la resistencia, se integró a la lucha organizando el batallón guerrillero que concurrió al asalto del cuartel chileno instalado en Concepción, en el cual se comportó valerosamente, recibiendo una mortal herida de bala que le quitó la vida. Se le enterró con honores al día siguiente en Apata(13) y hoy reposan sus restos en el cementerio de Ocopa.
MAYOR MANUEL GARCÍA
Nació en Apata el 24 de Junio de 1850 y realizó sus primeros estudios en la escuela municipal de su pueblo, continuándolos en Lima en el Colegio Nacional de Guadalupe. Siendo alumno de éste acudió voluntariamente al Combate del 2 de Mayo de 1866 en el Callao, y enrolado en las filas del ejército prestó servicios en diferentes cuerpos y regiones. Llegada la guerra del 79 asistió con el grado de Teniente a las Batallas de Tarapacá, San Juan y Miraflores, resultando gravemente herido en la última, al extremo que se le registró como fallecido. Restablecida sus salud en su tierra natal y acogiendo el llamado que hizo el General Cáceres para organizar la resistencia se incorporó a las filas del Ejército del Centro y fue ascendido en pleno proceso de la Campaña a la clase de Capitán.
Amplio conocedor del ambiente de la región, como era, fue destacado por su jefe para colaborar, en su condición de militar, en la organización de las fuerzas guerrilleras de la zona y en cumplimiento de esa misión prestó decidido apoyo al gobernador y jefe guerrillero apatino don Andrés Avelino Ponce, con quien participó en la patriótica acción de armas de Concepción, manteniéndose en actividad durante el resto de la Campaña.
Fue por eso que un año después estuvo presente en la Batalla de Huamachuco y continuó acompañado de sus luchas subsiguientes al General Cáceres, al frente de los guerrilleros apatinos.
Ascendiendo posteriormente a Sargento Mayor de Infantería, y ya retirado de las filas militares, volvió a radicarse en Apata, donde contrajo matrimonio con doña Maria Natividad de las Casas, de San Lorenzo, en quien tuvo a sus hijos Zoila Natalia, Sara Petronila, Manuel Oscar, Manuel Leopoldo y Manuel Heraclio.
Intervino después en política como miembro del Partido Constitucional, siempre leal a su antiguo jefe, con quien mantuvo constante relación de amistad. En el Distrito desempeño diversos cargos públicos, falleciendo el 18 de Noviembre de 1918.
Sus restos reposan bajo un altar que se han erigido a su memoria en la Iglesia Matriz del pueblo, y una alameda en el sector de La Unión lleva su nombre.
Amplio conocedor del ambiente de la región, como era, fue destacado por su jefe para colaborar, en su condición de militar, en la organización de las fuerzas guerrilleras de la zona y en cumplimiento de esa misión prestó decidido apoyo al gobernador y jefe guerrillero apatino don Andrés Avelino Ponce, con quien participó en la patriótica acción de armas de Concepción, manteniéndose en actividad durante el resto de la Campaña.
Fue por eso que un año después estuvo presente en la Batalla de Huamachuco y continuó acompañado de sus luchas subsiguientes al General Cáceres, al frente de los guerrilleros apatinos.
Ascendiendo posteriormente a Sargento Mayor de Infantería, y ya retirado de las filas militares, volvió a radicarse en Apata, donde contrajo matrimonio con doña Maria Natividad de las Casas, de San Lorenzo, en quien tuvo a sus hijos Zoila Natalia, Sara Petronila, Manuel Oscar, Manuel Leopoldo y Manuel Heraclio.
Intervino después en política como miembro del Partido Constitucional, siempre leal a su antiguo jefe, con quien mantuvo constante relación de amistad. En el Distrito desempeño diversos cargos públicos, falleciendo el 18 de Noviembre de 1918.
Sus restos reposan bajo un altar que se han erigido a su memoria en la Iglesia Matriz del pueblo, y una alameda en el sector de La Unión lleva su nombre.
LUCAS TENICELA
Es un personajes que en la mente popular apatina ha adquirido perfil de leyenda y se le evoca con el sobrenombre de “El Huaca Voladora” o “El Correo de Cáceres”. La gente imaginaba en él a un hombre de mediana estatura cubierto con poncho y bufanda de lana, dando saltos gigantescos con su caballo, entre cerro y cerro, ayudado por su poderosos abrigo que se desplegaba en el aire como las de murciélago, mientras un tirante que desde el hombro le cruzaba el pecho sostenía el “hualqui”(14) en el que portaba la valiosa correspondencia.
Se ha puesto en duda desde luego su existencia. Pero de ella nos saca el propio Héroe de la Breña, cuando en uno de sus mensajes dirigidos desde Huancayo al Comandante guerrillero apatino le dice: “todas tus comunicaciones traídas a este despacho por Tenicela –y los apatinos saben que se trata de Lucas- han sido contestados”(15).
Se refiere de él que era un joven campesino que ayudaba a sus padres en las faenas de la agricultura. Había asistido a la escuela municipal del lugar, donde aprendió a leer y a desenvolverse socialmente, revelando aguda inteligencia, sagacidad y sobre todo lealtad hacia sus compañeros, quienes por alguna razón particular lo llamaban cariñosamente “El Huaca”.
Inclinado a la aventura, le seducían los viajes de los arrieros, entonces en boga, y se apegó a ellos acompañándolos en muchas ocasiones. Esa experiencia le dio oportunidad para conocer otros lugares, convertirse en hábil jinete y enfrentar riesgos, desarrollando sus cualidades de valor personal y de confianza en sí mismo.
Cuando sobrevino la guerra y la Patria llamó a sus hijos para defenderla, Lucas, que sólo contaba con diecisiete años, concurrió a San Juan y Miraflores, y a su retorno, iniciada la resistencia, se puso a órdenes del Comando guerrillero apatino que en mérito a sus especiales cualidades le encomendó la delicada misión de mensajero para mantener el contacto con el Jefe de la Campaña, cometido que cumplió con verdadero patriotismo y sentido de responsabilidad, causando asombro la extraordinaria celeridad con que lo hacía y que dio lugar a que la población lo expresara agregando a su primer apelativo el de “Volador”, pues, tan pronto estaba en Huancayo, Jauja, Comas u otro lejano lugar que urgía visitar, sin que nunca lo sorprendiera el enemigo.
Fue uno de los integrantes del batallón guerrillero apatino que participó en el asalto de Concepción y como tal se hizo merecedor al reconocimiento que en 1888 expresó el General Cáceres en nombre de la Patria a los beneméritos sobrevivientes de la Breña.
Poco se sabe de su trayectoria posterior, pero a través de uno de sus hijos – Jacinto Tenicela- ha dejado dispersa descendencia.
Explica Juan José Vega en su Serie “Peruanismos”, que en el quechua primitivo el término “guaca” tenía la significación de Dios y que, según Garcilaso, se aplicaba también a todas las rarezas y prodigios, a las cosas que “salen de sus curso natural” (16).
La hazaña de Tenicela debió pues asombrar de tal manera al pueblo que no encontró otra manera de reconocerla sino a través de esa reforzada y significativa “chapa” con que lo bautizó.
Se ha puesto en duda desde luego su existencia. Pero de ella nos saca el propio Héroe de la Breña, cuando en uno de sus mensajes dirigidos desde Huancayo al Comandante guerrillero apatino le dice: “todas tus comunicaciones traídas a este despacho por Tenicela –y los apatinos saben que se trata de Lucas- han sido contestados”(15).
Se refiere de él que era un joven campesino que ayudaba a sus padres en las faenas de la agricultura. Había asistido a la escuela municipal del lugar, donde aprendió a leer y a desenvolverse socialmente, revelando aguda inteligencia, sagacidad y sobre todo lealtad hacia sus compañeros, quienes por alguna razón particular lo llamaban cariñosamente “El Huaca”.
Inclinado a la aventura, le seducían los viajes de los arrieros, entonces en boga, y se apegó a ellos acompañándolos en muchas ocasiones. Esa experiencia le dio oportunidad para conocer otros lugares, convertirse en hábil jinete y enfrentar riesgos, desarrollando sus cualidades de valor personal y de confianza en sí mismo.
Cuando sobrevino la guerra y la Patria llamó a sus hijos para defenderla, Lucas, que sólo contaba con diecisiete años, concurrió a San Juan y Miraflores, y a su retorno, iniciada la resistencia, se puso a órdenes del Comando guerrillero apatino que en mérito a sus especiales cualidades le encomendó la delicada misión de mensajero para mantener el contacto con el Jefe de la Campaña, cometido que cumplió con verdadero patriotismo y sentido de responsabilidad, causando asombro la extraordinaria celeridad con que lo hacía y que dio lugar a que la población lo expresara agregando a su primer apelativo el de “Volador”, pues, tan pronto estaba en Huancayo, Jauja, Comas u otro lejano lugar que urgía visitar, sin que nunca lo sorprendiera el enemigo.
Fue uno de los integrantes del batallón guerrillero apatino que participó en el asalto de Concepción y como tal se hizo merecedor al reconocimiento que en 1888 expresó el General Cáceres en nombre de la Patria a los beneméritos sobrevivientes de la Breña.
Poco se sabe de su trayectoria posterior, pero a través de uno de sus hijos – Jacinto Tenicela- ha dejado dispersa descendencia.
Explica Juan José Vega en su Serie “Peruanismos”, que en el quechua primitivo el término “guaca” tenía la significación de Dios y que, según Garcilaso, se aplicaba también a todas las rarezas y prodigios, a las cosas que “salen de sus curso natural” (16).
La hazaña de Tenicela debió pues asombrar de tal manera al pueblo que no encontró otra manera de reconocerla sino a través de esa reforzada y significativa “chapa” con que lo bautizó.
ANEXOS
CONTRIBUCIÓN AL EMPRÉSTITO NACIONAL
CONTRIBUCIÓN AL EMPRÉSTITO NACIONAL
A.- Junta Administradora y de Vigilancia de la emisión fiscal.- Recibo Provisional N° 5230
La comunidad de Apata ha suscrito el Empréstito Nacional autorizado por Ley del 20 de Mayo de 1879 la suma de cincuenta soles en moneda corriente a cuanta de la cual ha entregado el íntegro o sea cuarenta.
Este recibo provisional será canjeado por un bono definitivo.
Apata, Junio 30 de 1879
(Fdo.) Máximo Tafur; Juan N. García; Augusto Pellegrín Quiroz; Pedro F. Reyes.
B.- Junta Administradora y de Vigilancia de la Emisión Fiscal.- Recibo Provisional N° 5220
Dn. Gregorio Collazos ha suscrito al Empréstito Nacional autorizado por Ley del 20 de Mayo de 1879 la suma de doce soles cincuenta centavos en moneda corriente a cuenta de la cual ha entregado el íntegro o sea diez.
Este recibo provisional será canjeado por un bono definitivo.
La comunidad de Apata ha suscrito el Empréstito Nacional autorizado por Ley del 20 de Mayo de 1879 la suma de cincuenta soles en moneda corriente a cuanta de la cual ha entregado el íntegro o sea cuarenta.
Este recibo provisional será canjeado por un bono definitivo.
Apata, Junio 30 de 1879
(Fdo.) Máximo Tafur; Juan N. García; Augusto Pellegrín Quiroz; Pedro F. Reyes.
B.- Junta Administradora y de Vigilancia de la Emisión Fiscal.- Recibo Provisional N° 5220
Dn. Gregorio Collazos ha suscrito al Empréstito Nacional autorizado por Ley del 20 de Mayo de 1879 la suma de doce soles cincuenta centavos en moneda corriente a cuenta de la cual ha entregado el íntegro o sea diez.
Este recibo provisional será canjeado por un bono definitivo.
Apata, Junio 30 de 1879
(Fdo.) Máximo Tafur; Juan N. García; Augusto Pellegrín Quiroz; Pedro F. Reyes.
PARTE DEL GENERAL CÁCERES SOBRE LAS ACCIONES DEL 9 DE JULIO DE 1882
(Transcrito de la obra “Historia de la Campaña de la Breña” de Eduardo Mendoza Meléndez)
“Jefatura Superior, Política Militar
de los Departamentos del Centro”.
Apata, Julio 13 de 1882
Señor:
Se impondrá V. S. Por el parte que debe habérsele transcrito, de la cobarde retirada del ejército chileno por consecuencia del ataque que emprendí en Marcavalle y Pucará, lugares donde fue completamente batido y donde dejó gran número de muertos, vestuario, etc. y otros artículos de guerra.
Sucesivamente he ido ocupando hasta este punto y me propongo marchar hasta Jauja, de donde ha salido el enemigo en la madrugada de hoy en la más espantosa y precipitada fuga.
Creo inútil decir a V. S. Que los chilenos en su tránsito han cometido los crímenes más horrendos. En Concepción nuestra fuerza no dejo escapara ni uno solo de la guarnición; han saqueado toda la población, incendiándola más tarde y fusilando ancianos, mujeres, niños y cuantos en una palabra se presentaban a su vista por casualidad. Haré notar a V. S. que en este desenfreno no se ha respetado nada, ni los escudos y pabellones extranjeros que se hallaban en las casas y tiendas neutrales. El respetable médico francés doctor Luis Journés, ha sido gravemente maltratado a culatazos y saqueada su casa. Los señores Schoff y Kirchner (alemanes), Guiolfo (italiano) y otros españoles han sido saqueados y quemados sus establecimientos. En fin no hay crímenes que no s hayan cometido; y esto es natural desde que el crimen es compañero inseparable de los cobardes.
No disponiendo de más tiempo, y esperando comunicarle en breve nuevos acontecimientos que como los anteriores constituirán la base de nuestra reparación,
Sucesivamente he ido ocupando hasta este punto y me propongo marchar hasta Jauja, de donde ha salido el enemigo en la madrugada de hoy en la más espantosa y precipitada fuga.
Creo inútil decir a V. S. Que los chilenos en su tránsito han cometido los crímenes más horrendos. En Concepción nuestra fuerza no dejo escapara ni uno solo de la guarnición; han saqueado toda la población, incendiándola más tarde y fusilando ancianos, mujeres, niños y cuantos en una palabra se presentaban a su vista por casualidad. Haré notar a V. S. que en este desenfreno no se ha respetado nada, ni los escudos y pabellones extranjeros que se hallaban en las casas y tiendas neutrales. El respetable médico francés doctor Luis Journés, ha sido gravemente maltratado a culatazos y saqueada su casa. Los señores Schoff y Kirchner (alemanes), Guiolfo (italiano) y otros españoles han sido saqueados y quemados sus establecimientos. En fin no hay crímenes que no s hayan cometido; y esto es natural desde que el crimen es compañero inseparable de los cobardes.
No disponiendo de más tiempo, y esperando comunicarle en breve nuevos acontecimientos que como los anteriores constituirán la base de nuestra reparación,
Dios guarde a V. S.
(Fdo.) Andrés A. Cáceres.
CÁCERES Y LOS GUERRILLEROS DE APATA
“Jefatura Superior Política y Militar de los Departamentos del Centro”
“Huancayo, Junio 16 de 1884.- Al Comandante y Capitán de las Guerrillas de Santa María de Iscos (Apata).- enterado de su oficio del 11 de los corrientes debo decirle: que existe de parte nuestra la mayor vigilancia respecto de los movimientos de los enemigos; así es que no hay temor de sorpresa. Me complace que los guerrilleros de esa localidad dando un testimonio más de lealtad a la causa nacional y de su verdadero patriotismo, se mantegan listos para cumplir mis órdenes, procurando organizarse en el mayor orden y del mejor modo posible. El guerrillero Froilán Pérez fue puesto en libertad.- Dios guarde a Ud. (Fdo.) A. Cáceres”.
“Jefatura Superior Política y Militar de los Departamentos del Centro”
“Huancayo, Junio 17 de 1884.- Al Comandante y Capitán de las Guerrillas de Santa María de Iscos (Apata).- Enterado de todo lo que contiene su oficio de ayer, me es satisfactorio asegurarle: mi profunda complacencia por el estado de orden y organización en que se mantiene, esperando listos para movilizarse al Campamento que se les designe.- Como los chilenos, aguardan la orden de su gobierno para desocupar definitivamente nuestro territorio, lo que se verificará dentro de breves días; conviene por ahora mantener tan sólo una actitud de mera expectativa, observando todos sus movimientos con la mayor sagacidad y prudencia.- Una vez que ellos se retiren, nosotros avanzamos hasta Lima, con el propósito de castigar a los traidores que han humillado y vendido una parte de nuestro territorio al enemigo común; con cuyo fin Uds. Deben permanecer siempre listos para acudir presurosos a mi llamamiento.- todas sus comunicaciones traídas a este Despacho por Tenicela han sido contestadas.- Dios Guarde a Ud.- (Fdo.) A. Cáceres”.
“Subprefectura y Comandancia Militar de la Provincia de Jauja”
Concepción, Julio 3 de 1884.- Sr. Comandante de las Guerrillas de Apata: Acabo de recibir comunicación de S. E. El Gral. Cáceres en que nos participa por qué se fusila a Laymes, Vilches, Santiesteban y Briceño el día de hoy en la ciudad de Huancayo.- este hecho que no debe alarmar a los hombres de buen proceder y de rectitud de moralidad notorias, es por demás significativo y de ejemplo ejemplarizador.- Los hombres que como Ud. Y los que están a sus órdenes no han tenido y no tienen más consigna que la salvaguarda del honor Nacional: los que día a día vienen sacrificándose por el enaltecimiento de los deberes patrios; los que jamás han bajado su cerviz, ni ante el peligro ni ante la humillación obligada, deben comprender que sólo continuando con el cumplimiento de esos deberes sagrados dejarán consolidados el orden en el país y el imperio de la ley; que son las únicas bases de la felicidad de la Nación.- S. E. el Gral. Cáceres cuyos nobles y patrióticos sentimientos interpreto por el presente oficio; estoy seguro que otorgará como otorga, garantías de todo género a los buenos patriotas que secunden sus miras con lealtad, y sean como él baluartes en la defensa de las instituciones patrias. Gran placer será por cierto para S. E. confirmar que encontrará en Ud. y los que lo siguen, a los ejecutores de su civismo y puros anhelos.- En cuanto a mí prometo bajo mi palabra de orden y patriotismo jamás desmentidos que seré leal siempre al buen amigo y recto mandatario.- Comunique Ud. el tenor de ésta junto con la circular solemne que le remito, a los amigos y subalternos a fin de que ellos tengan el convencimiento de que en todo caso el culpable será castigado, como el patriota y buen ciudadano profusamente premiado.- Dios guarde a Ud. – (Fdo.) J. M. Frías”.
HONOR AL MERITO: CLASES MILITARES
“ANDRÉS A. CÁCERES, Presidente Constitucional de la República: Atendiendo.- Al mérito y aptitudes del ciudadano don José T. Martínez; he venido en conferirle la clase de Subteniente del batallón “Concepción” de Guardia Nacional. Por tanto: Ordeno y mando le hayan y reconozcan por tal, guardándole y haciéndole guardar todas las distinciones y preeminencias que le corresponden, para lo cual le expido el presente Despacho, firmado de mi mano, sellado con el sello de la República y refrendado por el Ministerio de Estado en el Despacho de Guerra y Marina.- Dado en la Casa de Gobierno en Lima a dieciséis de Mayo de mil ochocientos ochenta y ocho.- (Fdo.) Andrés A. Cáceres.- E. Mujica.- Un escudo.- S. E. el Presidente expide Despacho de Subteniente de Infantería de Guardia Nacional a favor del ciudadano Dn. José Martínez.- Lima 23 de Julio de 1888.- Tómese razón en la Sección del Personal.- (Fdo.) Alzamora”.
“ANDRÉS A. CÁCERES, Presidente Constitucional de la República: Atendiendo.- Al mérito y aptitudes del ciudadano D. Manuel García; ha venido en conferirle la clase de Sargento Mayor Tercer Jefe del Batallón “Concepción” de Guardia Nacional.- Por tanto: Ordeno y mando le hayan y reconozcan por tal, guardándole y haciéndole guardar todas las distinciones y preeminencias que le corresponden, para lo cual le expido el presente Despacho, firmando de mi mano, sellando con el sello de la República y refrendado por el Ministerio de Estado en el Despacho de Guerra y Marina.- Dado en la Casa de Gobierno en Lima a dieciséis de Mayo de mil ochocientos ochenta y ocho.- (Fdo.) Andrés A. Cáceres.- E. Mujica.- Un escudo: República peruana.- S. E. el Presidente expide Despacho de Sargento Mayor de Infantería de Guardia Nacional, a favor del ciudadano Manuel García.- Lima 23 de Julio de 1888.- Tómese razón en la Sección del Personal.- (Fdo.) Alzamora”.
“ANDRÉS A. CÁCERES, Presidente Constitucional de la República: Atendiendo.- Al mérito y aptitudes del ciudadano D. Manuel García; ha venido en conferirle la clase de Sargento Mayor Tercer Jefe del Batallón “Concepción” de Guardia Nacional.- Por tanto: Ordeno y mando le hayan y reconozcan por tal, guardándole y haciéndole guardar todas las distinciones y preeminencias que le corresponden, para lo cual le expido el presente Despacho, firmando de mi mano, sellando con el sello de la República y refrendado por el Ministerio de Estado en el Despacho de Guerra y Marina.- Dado en la Casa de Gobierno en Lima a dieciséis de Mayo de mil ochocientos ochenta y ocho.- (Fdo.) Andrés A. Cáceres.- E. Mujica.- Un escudo: República peruana.- S. E. el Presidente expide Despacho de Sargento Mayor de Infantería de Guardia Nacional, a favor del ciudadano Manuel García.- Lima 23 de Julio de 1888.- Tómese razón en la Sección del Personal.- (Fdo.) Alzamora”.
RECONOCIMIENTO DE ACCIONES
“General Andrés A. Cáceres.- Secretaría.- Lima, Enero 23 de 1904.- Señor Manuel García.- Apata.- Estimado amigo: he recibido su apreciable de fecha 4 del que cursa, de cuyo contenido he quedado impuesto, siéndome grato decirle que, no crea haya olvidado los buenos servicios que tiene Ud. prestados a la Patria, durante el período de la Guerra Nacional y la Campaña del Centro, hasta su concurrencia en la Batalla de Huamachuco... En cuanto al reconocimiento de su clase militar se halla pendiente ante el Congreso un proyecto encaminado a ese fin... Crea Ud. que nadie como yo tiene interés en este asunto , tanto por mis amigos, cuanto porque estimo el reconocimiento de esas clases militares como un acto de justicia a favor de los que como Ud. tienen méritos contraídos. Así pues que llegando el caso no omitiré esfuerzos para conseguir el éxito que deseo... Sin otro particular acepte el aprecio de su affmo. General, amigo y atto. S. S. (Fdo.) Andrés A. Cáceres”.
EN MEMORIA DEL HÉROE
La tumba del héroe apatino en el
Cementerio de Ocopa registra en
Simbólica lápida el siguiente epitafio:
ANDRÉS AVELINO PONCE
Por defender su Patria
En el Combate de Concepción
Murió el 9 de Julio de 1882.
La tumba del héroe apatino en el
Cementerio de Ocopa registra en
Simbólica lápida el siguiente epitafio:
ANDRÉS AVELINO PONCE
Por defender su Patria
En el Combate de Concepción
Murió el 9 de Julio de 1882.
___________________
(1) Ponce Hernán, La Voz de Huancayo, “Apata, Rincón de Paz”, 6-1-1957
(2) Cáceres Andrés A., Despachos militares.
(3) Ponce Hernán, op. cit.
(4) Despachos extendidos por la Presidencia de la República, Ministerio de Guerra, Lima, 23-7-1888. García C. “Apata Campaña de la Breña”, 1982, Huancayo.
(5) Estas referencias han sido proporcionadas por los hijos del militar apatino, Zoila, Sara y Heraclio, y coinciden con las fuentes oficiales anteriormente citadas y la subsiguiente actuación que cumplirá aquél en el curso de la Campaña.
(6) Ponce Sánchez, Jesús. “El Asalto de Concepción”. Huancayo 1959.
(7) Id.
(8) Manrique Nelson, “Las Guerrillas Indígenas en la Guerra con Chile”, Lima, 1981.
(9) Manrique Nelson, op. cit.
(10) Ponce Sánchez, op. cit.
(11) Cáceres. Parte sobre las acciones del 9 de Julio, “Apata en la Campaña de la Breña” A. García Cuadrado, 1982
(12) “Campaña de la Breña” (1882 – 1982). Edic. del Ministerio de Industrias, Turismo e Integración, 1982, Huancayo.
(13) Ponce Jesús, op. cit.
(14) Valija de cuero sin curtir.
(15) Oficio de Cáceres, Huancayo, 17-6-84, Anexos.
(16) Vega Juan José, Peruanismos, “Huaca”, La República, Suplemento, Lima 28-11-82.
(2) Cáceres Andrés A., Despachos militares.
(3) Ponce Hernán, op. cit.
(4) Despachos extendidos por la Presidencia de la República, Ministerio de Guerra, Lima, 23-7-1888. García C. “Apata Campaña de la Breña”, 1982, Huancayo.
(5) Estas referencias han sido proporcionadas por los hijos del militar apatino, Zoila, Sara y Heraclio, y coinciden con las fuentes oficiales anteriormente citadas y la subsiguiente actuación que cumplirá aquél en el curso de la Campaña.
(6) Ponce Sánchez, Jesús. “El Asalto de Concepción”. Huancayo 1959.
(7) Id.
(8) Manrique Nelson, “Las Guerrillas Indígenas en la Guerra con Chile”, Lima, 1981.
(9) Manrique Nelson, op. cit.
(10) Ponce Sánchez, op. cit.
(11) Cáceres. Parte sobre las acciones del 9 de Julio, “Apata en la Campaña de la Breña” A. García Cuadrado, 1982
(12) “Campaña de la Breña” (1882 – 1982). Edic. del Ministerio de Industrias, Turismo e Integración, 1982, Huancayo.
(13) Ponce Jesús, op. cit.
(14) Valija de cuero sin curtir.
(15) Oficio de Cáceres, Huancayo, 17-6-84, Anexos.
(16) Vega Juan José, Peruanismos, “Huaca”, La República, Suplemento, Lima 28-11-82.