Por: Jesús Ponce Sánchez Esta leyenda trata también de explicarnos el origen del pueblo y se funda en el desarrollo de una acción de orden místico.
Según esta leyenda de la milagrosa Virgen de la Natividad de Cocharcas, cuya efigie se guarda y se venera en el altar mayor de la Iglesia de Apata concluida hace 304 años en 1703, fue traída desde la cristiana ciudad de Ayacucho pero con destino originario a la antigua ciudad de Jauja.[1] Inclusive, esta misma leyenda ha establecido también el hecho de que junto con dicha imagen fueron traídas del mismo Ayacucho otras dos imágenes mas, una para la localidad de Orcotuna a la que llegó sin mayores dificultades estableciéndose como patrona del pueblo, mientras que la otra fue la Inmaculada Virgen María Purísima Concepción, que así mismo quedó en ese lugar como patrona del pueblo. Según pues aquellos antiguos relatos, esas tres imágenes que a la vez eran hermanas, no quisieron distanciarse demasiado y por ese motivo decidieron por establecerse dentro de un pequeño radio de distancia, como en efecto es la existencia entre Apata, Orcotuna y Concepción, ubicados en el Valle del Mantaro.
Después de que aquellas imágenes, la de Orcotuna como la de Concepción habían quedado posesionadas de sus respectivos templos, tomando el nombre de patronas de dichos pueblos, ellas entonces no permitieron que la otra hermana se estableciera en un lugar ubicado a mayor distancia que la de Apata, resultaba que la Iglesia de Jauja se encontraba a 15 kilómetros más al norte de Apata. Por ello entonces y con el acuerdo de la misma imagen que estaba destinada a Jauja y cuando yá esta era conducida por la feligresía al lugar de su destino, cuando los fieles que la conducían habían caminado un considerable trecho, justamente y cuando ella había llegado hasta la zona del cerro Huaman Huaca, súbitamente se torno tan pesada al extremo de que el conjunto de los fieles que la trasladaban no pudieron continuar con la caminata, pues llegó luego el instante en que ni siquiera podían moverla.
Ante este hecho y asombrada la feligresía acompañante, ella intuyó que la Virgen de Cocharcas quería quedarse en Apata y como se hacía imposible el conducirla hasta Jauja que era el lugar de su destino, optaron entonces por ubicar al pueblo más cercano al sitio donde se habían detenido la Virgen para ahí trasladarla, encontrando así el pueblo apatino que por entonces figuraba con otro nombre. Decidieron por conducirla a dicho pueblo porque era el más cercano y por consiguiente no tenía mucho que recorrer en su traslado.
Mas, y cuando reiniciaron el recorrido con rumbo a la Iglesia de Apata que por entonces ya existía pero con otro nombre la Virgen de la Natividad de Cocharcas y en medio del asombro de la feligresía se hizo más ligera menos pesada y liviana, pues misteriosamente había desaparecido el peso que tenía al momento que trataron de conducirla del cerro Huaman Huaca a Jauja.
Una vez en el pueblo Apatino, la Virgen fue recibida con el alborozo y grandes festejos, precisamente en la mañana de un 8 de setiembre y en honor a ella, asi como a dicha fecha, sus pobladores y autoridades decidieron coronarla como patrona del pueblo acordando que desde entonces y en lo sucesivo se festejase esa fecha con mayor boato y pompa posibles.
A raíz de todo ello la feligresía de antaño y en mucho mayor grado que la de ahora guardaba especial y marcada devoción por la imagen, al extremo de que para los festejos patronales del 8 de setiembre se agrupaban numerosos fieles para visitarla presurosos y desde los más diversos lugares de la zona, particularmente desde Huánuco, Cerro de Pasco, Huancavelica y Ayacucho. Aquellos fieles acudían en caminatas para poder conseguir la salvación de los pecados que habían cometido y justamente ese caminar constituía un significativo ir “apata” y como esto se repetía tanto para cada festejo patronal los fieles de la región que concurrían a ella preparaban anticipadamente su visita que necesariamente tenía que ser a pié o simplemente “apata”. Esto hizo entonces que al pueblo donde se hallaba la virgen de Cocharcas se le llamara Apata. [2]
En realidad esta leyenda resulta mas acorde con los festejos patronales del 8 de setiembre de cada año, festejos que desde tiempos iniciales de la época de la Conquista por los españoles, esta leyenda resulta un poco mas convincente que la leyenda quechua, puesto que ademas nos da la idea de que Apata ya existía en la época colonial y aún durante la conquista.
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