lunes, 23 de julio de 2007

Leyenda de los Apaytas

Por: Jesús Ponce Sánchez

Esta leyenda nos establece que en épocas remotas y antiquísimas; es decir, muchos siglos atrás y de los que ya no se tiene memoria, en la parte alta, en las cumbres del cerro Huaman Huaca que se extiende al lado sur oeste de la actual población de Apata, se había establecido una pequeña tribu conformada por personajes fuertes, por gente muy hábil y activa, todos hombres y mujeres bastantes laboriosos y trabajadores. Esta tribu era de los Apaytas, la que luego de muchísimos años de existencia y con el natural transcurso de los años, por sus destacadas cualidades de laboriosidad y de unión para el trabajo, fue consolidándose en forma progresiva hasta que después de muchos años de intensa labor y desarrollo, llegó un momento en que su población había aumentado y crecido en forma considerable, por lo que a raíz de ello llegó entonces el momento en que debido a su crecimiento y positivo desarrollo, las zonas que ocupaban en las cumbres de ese cerro les resultaron pequeñas, estrechas y hasta incómodas para la vida así como para la prosecución de su desarrollo material que cada vez iba en aumento.

Fue entonces que frente a estas circunstancias e intuyendo en mejores épocas, sus jefes decidieron por buscar un lugar mejor ubicado, más amplio, sin accidentes en su topografía y que a la postre les resultara menos expuesto a las inclemencias del tiempo, como el viento, e frío; la facilidad para el uso y la conducción del agua para sus labores hogareñas y agrícolas, todo lo que resultaban indispensables no solo para el desarrollo de la vida humana sino también para el mejor aprovechamiento de mayores extensiones de tierras en sus diversas actividades agrarias, etc. De suerte entonces que buscando todas estas ventajas y después de haber meditado sobre las consiguientes comodidades necesarias al caso, lograron formar un nuevo pueblo en el mismo lugar donde hasta ahora se encuentra ubicada la pintoresca y atractiva población apatina.

A nosotros en realidad nos parece que ésta leyenda es la más evidente. Diríamos que ésta nos parece la más convincente si la relacionamos con las otras leyendas llamadas una quechua y la otra de la Virgen de Cocharcas. Pues en efecto, así sostenemos porque concuerda con diversas cosas y hechos efectivos y reales, fáciles de identificarlos. Pues bien, si nos trasladamos a la parte alta de aquel cerro Huaman Huaca encontramos que por esa zona y aún hasta la actualidad existen restos de una población antiquísima, cuya edad no se ha podido precisar por cuanto a que nuestros arqueólogos todavía no se han dado el tiempo necesario para efectuar el estudio indispensable sobre los restos de esa antigua y destruida población. Además, la zona plana que abarca ese cerro no es amplia sino mas bien estrecha e incomoda para la vida y actividades de un pueblo, tanto así que ni siquiera existe agua y tampoco existen vestigios de que antiguamente hubiese habido dicho líquido elemento. [1]

Por último y en cuanto al nombre, existe muy poca diferencia entre los términos Apayta y Apata, pues es muy posible que en el curso de los años y habiéndose operado un cambio en la ubicación primitiva del pueblo, es fácil de suponer también que igualmente se haya producido la modificación del nombre. Todos estos pormenores y circunstancias objetivas nos sirven de base para considerar a ésta teoría como la más exacta y ceñida a la verdad, pero con la reafirmación de que el cambio de ubicación y el cambio del nombre, se produjeron en una época antiquísima y de la que en realidad no se conserva memoria. [2]

De suerte entonces que es muy probable que ésta leyenda de los Apaytas encierre mucho de verdad, puesto que las coincidencias ya anotadas en realidad constituyen su mejor y más evidente prueba.
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[1] PONCE SANCHEZ, Jesús: El Origen del Pueblo Apatino En: Diario Correo de Huancayo, (11 de Diciembre de 1972).
[2] PONCE SANCHEZ, Jesús: El Origen del Pueblo Apatino, Op Cit.